© Rosa Ribas

Hoy se ha jubilado otro lápiz. Aquí lo vemos posando, cansado pero contento y, espero, que satisfecho con su trabajo.
A la izquierda quedan las páginas que ha escrito; a la derecha, las que ya escribirá su sucesor.
Es un lápiz que me regaló Ella Sher, mi agente, y siempre pensé que tenía alma de matemático. Aunque no se aprecie en la foto (a duras penas se ve al tenerlo en la mano), lleva, o llevaba, estampadas las tablas de multiplicar, como los lápices que tenía en la escuela. El sacapuntas y el trabajo se las han ido comiendo casi todas y, finalmente, solo han quedado la del nueve y, la que siempre queríamos que nos tocase cuando los maestros nos aterrorizaban pasando entre las filas de pupitres preguntando: la del diez. Por supuesto que la del uno era igual de fácil, pero tenía algo humillante que te la preguntasen.
El lápiz matemático se jubiló, pues, hoy. ¡Una salva de múltiplos en su honor!