En el año 2016 la revista Ecos, dirigida a alumnos alemanes de español como lengua extranjera, me encargó una serie de relatos policacos para publicarlos mensualmente. El encargo era un desafío: tenían que ser historias completas con casos cerrados, cada uno de ellos tenía que transcurrir en una ciudad española diferente, de la que debía aparecer algún rincón emblemático, el nivel de conocimientos de los lectores sería un B1 (nivel intermedio) y tenía tres páginas para todo esto.
Nació así la idea de la detective Emila Cos, una brillante investigadora a la que no aceptaron en la policía por su sobrepeso y a la que ahora la policía recurría cuando no lograba resolver los casos. Las historias las narra Gonzo, su chófer, un expresidiario a quien Emilia ha dado una nueva oportunidad. Como también se la ha dado a su otro fiel compañero, Perro, un perro policía pre-jubilado porque sufre de reúma y, sobre todo, de vértigo, lo que me motivó a mover a los protagonistas por ciudades en las que hubiera puentes en los que Perro se enfrentase, o no, a su fobia. Como es de imaginar, lo pasa especialmente mal en el episodio que transcurre en Cuenca.
Este trío de personajes protagonizan las doce historias que ahora acaban de aparecer publicadas en un librito con actividades por los alumnos y con unas maravillosas ilustraciones de Carlos de los Ríos.