Hace unos días decidí que era un buen momento para empezar a deshacerme de objetos que no tienen un valor personal o una utilidad para mí y se me ocurrió que podría anotar en un cuadernos de qué cosas se trataba para llevar una especie de registro. Lo confieso: siento debilidad por las listas y una afición casi adictiva a las cuantificaciones.
Algunas de las cosas de las que me quiero desprender no sé ni cómo ni cuando llegaron a mi casa, y los años que llevan metidas en un cajón no han servido para que les cobre afecto.
Otras, en cambio, tienen una historia, están asociadas a personas o a momentos concretos, pero su tiempo ya pasó y es hora de que abandonen mi casa.
En este diario de objetos os voy a contar muy brevemente algunas de estas historias.