Aunque sea un concepto discutido, la idea de que existen unos universales culturales, de que todos los seres humanos, todas las culturas que los humanos hemos desarrollado a lo largo de nuestra existencia, comparten rasgos comunes, es algo que no debemos olvidar en momentos en los que parece que nos movemos hacia la diferenciación como arma.

Por eso es bueno recordar que hay rasgos comunes a todas las culturas, como el desarrollo de herramientas, de mitos, de hábitos, o por todas las lenguas, como que existen nombres y verbos. Todo lo que nos recuerde lo que compartimos es digno de ser recordado. Y creo, modestamente, que puedo aportar un elemento más que, en mi opinión, merece entrar directamente en la categoría de lo que los antropólogos denominan ‘universales absolutos’, porque se encuentran en todas las culturas y épocas. Les cuento:
En otoño del año pasado fui a dar una charla a la Biblioteca de Castilla la Mancha en Toledo, una biblioteca ubicada en el Alcázar, en lo alto de la ciudad, en el último piso, por lo que se tiene una vista espléndida sobre la ciudad. Tuve que fijar unos segundos la mirada en la feísima botella de agua de plástico que me habían servido en la cafetería para que el bellísimo atardecer no me provocara una especie de síndrome de Stendhal. (…)Si quieres leer el texto completo, puedes seguir este enlace: Una ñapa – El Periódico.Esta tribuna se publicó en El Periódico el 2 de febrero de 2022.