© BeauBergeron

A principios de agosto, tras una pausa de más de un año, volví a escribir y publicar en mi blog “Cien momentos de pánico”, un blog de relatos breves, cuyo tema central es, en un sentido muy amplio, el miedo.

Desde que vivo en Alemania visito la Documenta, una gran muestra de arte contemporáneo, que se celebra cada cinco años en Kassel, una ciudad a la que estoy vinculada por motivos familiares. En la edición de 2009 vi una obra del artista búlgaro Nedko Solakov titulada “99 Fears”, que me dio la idea: iba a escribir un blog sobre un tema que creo conocer bastante bien, el miedo. Y lo haría desde la ficción y, casi siempre desde el humor, como me gusta tratar los temas verdaderamente serios.

Así nació “Cien momentos de pánico”, una colección de pequeños relatos que ha ido creciendo y ya llegado a más de setenta entradas. Avanza, eso sí, a trompicones, con largas, larguísimas interrupciones, que han tenido diferentes causas en las que no voy a entrar, pero que por una u otra razón interferían con una de las condiciones esenciales que les pido a los textos que publico en este blog, tienen que estar escritos de un tirón.

Si, tras el impulso inicial, se atascan y tengo que dejarlos en reposo o repensarlos, no sirven. Puede suceder que lo que pensaba que iba escribir y que lo que después acaba siendo publicado tengan poco que ver, aparte de que se aparezca de una vaca rencorosa, una pesadilla recurrente, el recuerdo de una frase o una holoturia.

Algunos de los textos han tenido bastantes comentarios, sea en el mismo blog, sea en las redes sociales. Me he llevado más de una sorpresa al ver qué reacciones suscitan en los lectores y sigo pensando que el hecho de que la entrada más leída en todos estos años sea, con gran diferencia, la entrada número 16, titulada “Animales peligrosos en la ciudad”, se debe a que en este texto aparecen nombrados los cocodrilos blancos. En una teoría, claro.

También hago mis cábalas sobre la segunda entrada más visitada, “¿Y si un día fallan las leyes naturales?” ¿Es porque aparece la palabra “Correcaminos”? ¿Es el título? No tengo ni idea.

Y está bien así.

Por más que, gracias a los encuentros y a las redes sociales, actualmente haya más comunicación directa entre autores y lectores, me agrada que tanto unos como otros mantengamos cierto misterio. Del mismo modo que nunca voy a poder dar una respuesta completa a la pregunta de dónde salen las ideas (en parte porque no quiero darla y en parte porque la mayoría de las veces tampoco lo sé), tampoco se puede desvelar por completo los motivos y el gusto de los lectores. Por suerte.

De modo que cada semana el pequeño relato sale al mundo sin que su autora pueda predecir qué va a pasar con él. ¿Quién dijo miedo?