Esta bellísima imagen del fotógrafo suizo René Burri ha sido la inspiradora de los relatos de «Una imagen, cien palabras» del mes de agosto.

Una vez más es fascinante leer los cuentos. Compartimos dos premisas, la imagen y la limitación a cien palabras exactas. Los resultados no podrían ser más diversos. Como lo son las miradas de los que participamos en este juego literario. Por ejemplo, sólo después de leer los relatos, he caído en la cuenta de que una de las sombras que aparecen detrás de las sábanas tendidas recuerda la figura de un gigantesco murciélago. Inquietante.
En mi caso, cuando recibí la fotografía que nos manda Óscar Mora me acordé de los dictados escolares. Y de que en una de las escuelas a las que asistí había clases los sábados por la mañana y que esas clases consistían en un dictado que en mi memoria dura horas y horas. No escribí sobre eso concretamente, pero sí sobre la relación que puede haber entre el dictado y el amor. Mi relato se titula por eso «Amog» (sí, con ge) y se puede leer siguiendo este enlace: 1/100 – Agosto.